¿Qué debe sentirse al tener el destino del mundo entre tus manos? Imagínate la situación… muy cinematográfica… un botón rojo que al apretarlo desata un ataque masivo mundial que termina con nuestra civilización.
Quizás veas la situación como decía, muy cinematográfica, pero es el perfecto resumen de lo que ocurrió 14 minutos después de la medianoche del 26 de Septiembre de 1983.
El Teniente Coronel Stanislav Petrov, en cuestión de minutos tuvo que decidir si apretar ese botón desde el búnker Serpukhov-15, a unos cien kilómetros de distancia de Moscú.
Si esa orden se hubiera ejecutado nada sería igual. No se si incluso estaría haciendo este podcast, incluso si existiría el podcast, internet o incluso los humanos que andamos por detrás. Lo que está claro es que esta nueva crónica de Por qué no Decirlo quiere mostrar lo fácil que puede ser echar por tierra todo lo conocido.
Todo es más frágil de lo que parece. Nuestra sociedad cómoda del bienestar, nuestro orden mundial, nuestras ventajas tecnológicas no están asentadas en pilares inamovibles.
No… todo está mucho más en el aire de lo parece. Todo puede cambiar en un minuto.
Como cualquier en pasaje de la historia, es difícil centrarnos en un día concreto y en lo ocurrido en aquel 26 de Septiembre de 1983 cerca de Moscú sin poner un poco en contexto la situación y el ambiente político vivido.
No quiero dar aquí un repaso por la historia sobradamente conocida de la Guerra Fría, pero os doy simplemente unas rápidas pinceladas para centrarnos en el asunto….
Desde que terminó la II Guerra Mundial rápidamente empezó a sobrevolar el miedo de la Tercera…. los dos grandes bloques que terminaron con el falso imperio Nazi y los fascistas en Europa, la Unión Soviética y la alianza internacional liderada por los Estados Unidos evidenciaron rápidamente que su visión del mundo era antagónica e irreconciliable … se entró en una dinámica de recelo, de sospecha sobre el otro bloque… y cada uno se preguntaba ciertamente cuándo estallaría una nueva guerra global.
Los años y las décadas pasaron y la gran guerra se mantuvo en un limbo, una amenaza constante en la que se acuñó el término de Guerra Fría.
La URSS liderará el llamado Pacto de Varsovia, mientras que Estados Unidos se pondrá al frente de la OTAN. Los dos bandos quedan claramente alineados y tratarán de hacer llegar su influencia al resto de países del mundo. La separación ideológica de estos bloques se convirtió incluso en una separación física como bien sabéis a partir de 1961 con el Muro de Berlín, que era todo un monumento a esa rivalidad y enfrentamiento.
Aquí, Estados Unidos y la URSS empezaron a ejecutar una especie de escaparatismo del poder… era cuestión de quién movía mejor su propaganda y quien demostraba tener más fuerza, más poder…. quien la tenía más grande, hablando de manera coloquial, por ello, se lanzaron a una carrera desenfrenada por poseer el mayor arsenal nuclear y la tecnología espacial más desarrollada. Esto tuvo como resultado el desarrollo de una capacidad de destrucción tan vasta por parte de ambos países, que una guerra habría llevado irremisiblemente a la destrucción mutua. Este hecho fue clave para evitar que la guerra abierta llegara a estallar. Creo que ambos bandos eran conscientes que en ese posible enfrentamiento nuclear mundial no habría ganadores… todo el mundo saldría perdiendo.
Probablemente, el momento más cercano al estallido de una guerra nuclear durante la Guerra Fría fue en octubre de 1962…. en otro pasaje sobradamente conocido de la historia, la llamada Crisis de los Misiles en Cuba… ese momento en el que Estados Unidos descubrió la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba, generando una crisis diplomática que culminó con el desmantelamiento de los misiles 14 días después. Ahí se tensó tremendamente el cable que mantenía a raya el enfrentamiento entre los dos grandes bloques…
Este rápido e incompleto resumen de la llamada Guerra Fría simplemente encuadra un poco la situación en Septiembre de 1983… sobre todo a la hora de poner de manifiesto cómo los nervios estaban a flor de piel en cualquier momento y con cualquier excusa.
Y ya en aquel año 1983 la tensión era máxima. Veinticuatro días antes del hecho que hoy es protagonista de este podcast, el vuelo 007 de Korean Air había sido derribado al haber entrado por error en el espacio aéreo soviético. El resultado fue de 269 muertos, entre los que figuraban varios ciudadanos americanos, incluido el senador Larry McDonald.
El KAL 007 fue abatido al oeste de la isla de Sajalín. Hasta el día de hoy, los hechos precisos del vuelo se desconocen, debido a los numerosos aspectos militares y de inteligencia internacionales que se entrecruzan.
La Unión Soviética afirmó desconocer que el aparato era civil y sugirió que había entrado en el espacio aéreo soviético como una acción deliberada para poner a prueba sus capacidades de respuesta y para realizar labores de espionaje dado que otros aparatos militares de los EE. UU. se encontraban en el área para recabar datos de inteligencia relacionados con el supuesto lanzamiento de un misil soviético en el mismo lugar y a la misma hora.
El derribo trajo una ola de protestas en todo el mundo, particularmente de los Estados Unidos, que encontró una buena oportunidad para profundizar sus posturas anticomunistas en el contexto de la Guerra Fría.
Todo era como una olla a presión y la madrugada del 26 de Septiembre de 1983, Petrov, como ya hemos comentado, era el oficial de guardia en el búnker Serpukhov-15, cerca de Moscú.
Sus responsabilidades eran la observación de la red de alerta temprana por satélite conocida como Oko (ojo en ruso), así como notificar a sus superiores cualquier indicio de ataque nuclear inminente por parte de los Estados Unidos. En el caso de que este se produjera, la estrategia de la Unión Soviética era efectuar un contraataque inmediato, según la así llamada doctrina de la destrucción mutua asegurada.
Petrov no debía estar trabajando la noche del 26 de Septiembre. Lo habían llamado porque tenía que sustituir al oficial responsable… que se había puesto enfermo.
El alba despuntaba en Moscú cuando las alarmas saltaron. Los ordenadores indicaron que un misil americano había sido lanzado y el nivel de certidumbre de la información era, según el propio sistema, el más elevado… es decir el supuestamente sofisticado sistema indicaba como certero el lanzamiento de un misil norteamericano.
Un enorme letrero sobre la cabeza de Petrov indicaba el objeto supuestamente lanzado desde una base norteamericana en Montana. El se encontraba en una especie de puesto de mando, en la parte superior, separado por un cristal de otra sala donde distintos militares y empleados empezaban a mirarlo con desesperación. Seguramente estaríamos en esos segundos en los que se mezclan inevitablemente la confusión con el pánico.
Lógicamente, no había mucho tiempo para pensar. Según los estudios realizados, el misil tardaría unos 30 minutos aproximadamente en llegar hasta suelo ruso.
Aquí también se puso en juego otro factor a tener en cuenta. La experiencia y conocimiento que de la tecnología rusa tenía Petrov. Sabía que era un sistema nuevo, y sabía que la implantación de estos nuevos sistemas no estaban exentos de errores. ¿Estaba ante una falsa alarma? ¿un error del sistema en cuestión para detectar los lanzamientos de misiles por parte de Estados Unidos?
La señal era grave. Había que poner el protocolo en marcha. El Teniente Coronel Stanislav Petrov quedó expectante mirando las pantallas y alarmas que le asaltaban. Ahí tomo la primera decisión acertada… le pudo la cautela y decidió no hacer nada de momento: no informó a sus superiores de lo que estaba pasando.
Pero también hubo algo de pensamiento lógico en esa decisión. Un solo misil parecía más una falsa alarma que un ataque en toda regla de los Estados Unidos. No era esa una forma de empezar un ataque en toda regla.
Sin embargo, estos primeros pensamientos solo fueron cuestión de segundos… poco más de un minuto después, la sirena volvió a sonar alertando de que un segundo misil había sido disparado, más tarde un tercero, después un cuarto y hasta un quinto. Cuenta Petrov que no existía ninguna norma sobre cuánto tiempo había que esperar para informar sobre un ataque.
Este hombre, que como después contaremos recibió distintos homenajes y que con el paso de los años se le ha considerado un auténtico héroe, ha sido también tremendamente sincero en sus declaraciones y en distintas entrevistas que concedió hasta su fallecimiento en 2017. Petrov, reconoció que parte de su falta de reacción, de su decisión de no hacer nada en esos minutos cruciales, se debió al miedo… el humano miedo…. ese que te puede paralizar… En una entrevista afirmó ….. “Me hubiera bastado coger el teléfono para tener línea directa con mis superiores, pero no me podía ni mover. Era como si estuviera sentado sobre una sartén al rojo vivo”.
En ese momento, las alarmas no cesaban de sonar, y el sistema seguía marcando que 5 misiles se dirigían a Rusia lanzados desde Estados Unidos. Ante esa situación, el protocolo era claro y contundente. Había que subir en la escala de mando, informar de la alarma generada y del supuesto ataque, y acto seguido, activar el contraataque de manera rápida y contundente.
El teniente coronel optó, sin embargo, por bajar en la escala de mando en vez de subir, y estableció comunicación con otras bases de defensa para obtener más información. Las mismas no reportaban ninguna señal de misiles, pero dichos servicios eran auxiliares. El protocolo establecía con mucha claridad que las decisiones tenían que ser tomadas según las lecturas ofrecidas por los ordenadores del búnker.
Por otra parte, también decidió hablar con los analistas del sistema… ellos le negaron cualquier posibilidad de fallo, pero el desconfiaba del funcionamiento de los satélites rusos… decidió hablar con su superior sólo para decirle que sospechaba que estaban ante una falsa alarma.
Eso, en esa enorme confusión, solo dejaba una cosa bien clara: La decisión final recaía sobre él.
Y la decisión fue no dar buenas las alarmas. Desconfiar de los que los fiables sistemas tecnológicos rusos le estaban diciendo sin ningún género de dudas. En ese momento, decidió esperar que el lanzamiento de los misiles se pudiera confirmar visualmente por parte de los radares en tierra…
En otra entrevista el mismo contaba …. “Había unos 28 o 29 niveles de seguridad. Después de que el objetivo fuera identificado tenía que pasar todos esos puestos de control”. Petrov sabía que los americanos no podían tener aún un sistema de defensa efectivo ante un contraataque nuclear soviético. Una acción como la que estaba sucediendo supondría la aniquilación inmediata de su población. Era imposible que alguien hubiera tomado tal determinación conscientemente y además “nadie empezaría una guerra nuclear con solo cinco misiles”.
La duda sobre si la decisión de esperar fue la acertada, saltándose todos los protocolos, iba a disiparse pronto… si los misiles eran reales era cuestión de unos pocos minutos que empezaran a tener conocimiento de sus explosiones. No nos podemos ni imaginar el estrés, la tensión, de esos minutos… porque seguramente eran conscientes de que la humanidad tal y como la conocían estaba en juego.
Petrov seguía contando el desenlace de esta manera…. “Veintitrés minutos más tarde me di cuenta de que nada había pasado. Si hubiera habido un verdadero ataque, lo habría sabido ya. Fue un alivio”.
Destaca este hombre que si algo le ayudó a tomar sus decisiones fue el hecho de haber recibido una educación civil: “Mis compañeros eran todos soldados profesionales y habían sido entrenados para dar y recibir órdenes”. Petrov cree que si otra persona hubiera estado en el búnker la orden hubiera sido escalada: “No me considero un héroe; solo un oficial que a conciencia cumplió con su deber en un momento de gran peligro para la humanidad. Solo fui la persona correcta, en el lugar y en el momento adecuados”.
No es exagerado contar que a esos escasos 100 kilómetros de Moscú, en Septiembre de 1983, se decidió el futuro de nuestro mundo.
No es descabellado pensar que si en vez de Petrov hubiera estado el oficial militar responsable que ese día debía estar ahí, en vez de ponerse enfermo… ese oficial responsable habría seguido escrupulosamente el protocolo, activado la cadena de mando, y puesto en marcha un contraataque de decenas de misiles nucleares contra suelo norteamericano….
¿Se os pasa por la cabeza el alcance de lo que estamos hablando?… cabezas nucleares cayendo sobre Nueva York, Washington, o Los Ángeles…. centenares de miles o incluso millones de fallecidos…
Por una falsa alarma, por un funcionamiento incorrecto de un sistema. Solo por eso.
Este incidente, que también podréis ver conocer bajo el nombre el Incidente del Equinocio de Otoño, se puede subtitular también como el “hombre que al no hacer nada, salvó al mundo”…
Pero dejando clara la importancia de lo ocurrido aquel día, lo que pudo haber pasado en la humanidad, es de suponer que este hombre recibiría altos honores por su intuición, por su precaución o por su parte de miedo a actuar…
… no fue así…
Tras el suceso, el héroe del incidente del equinoccio de otoño fue sometido a un intenso interrogatorio. Se le presionó enormemente e incluso se le acuso de no haber realizado bien su función porque no apuntó en el diario de combate todo lo ocurrido…. aunque intentó justificarlo diciendo que en esos momentos le faltaban manos para atender todos los teléfonos, instrucciones y órdenes pertinentes.
El incidente no salió a la luz pública hasta la década de los 90, cuando se publicaron las memorias del general Yury Votintsev, entonces comandante de las fuerzas de defensa de misiles. Ese general, fue el primer mando que habló con Petrov tras el incidente, le agradeció su acertada decisión y después le prometió una recompensa, que por supuesto nunca llegó…
Al contrario…. El teniente coronel acabó relegado después a un puesto inferior por desacato, siendo además este error histórico como decíamos escondido durante años por el gobierno de la URSS…. y en esa nube de oscurantismo, no queda demasiado claro si Petrov solo fue relegado o incluso fué (lo pongo entre comillas) “jubilado anticipadamente del ejército”. Solo sabemos que cuando ocurrió el incidente, Petrov tenía 44 años, y que en la última etapa de su vida se vió obligado a trabajar como vigilante de seguridad para salir adelante económicamente… el hombre que había salvado el mundo, relegado y fastidiado para llegar a fin de mes.
En una de sus últimas entrevistas, comentaba un perfecto resumen de lo anterior, y decía … “en nuestro país, a los jefes no les gustaba que los subordinados fueran más listos que ellos”.
Y es que los altos mandatarios soviéticos vieron el asunto con muy poco agradecimiento y alegría… para ellos, lo ocurrido suponía reconocer que el sistema, muy costoso, muy sofisticado y muy avanzado (según vendían de manera propagandística), había fallado y que no era nada fiable… Claro… imaginaos…. tras aquel día, si volvían a encenderse las alarmas, quien apretaba el botón rojo dando por buenos supuestos lanzamientos de misiles enemigos???
El reconocimiento de la hazaña no le llegó a Petrov hasta el año 2004, cuando se le concedió el World Citizen Award.
Dos años más tarde sería homenajeado en las Naciones Unidas. Casi todo el dinero de los premios recibidos los ha repartido entre sus familiares. El teniente coronel vivió hasta su reciente fallecimiento en un pequeño apartamento de la periferia de Moscú con una pensión de poco más de 200 dólares, en relativo anonimato.
Tras la publicación de las memorias del general Yury Votintsev quedó claro el verdadero papel jugado por Petrov y el reconocimiento de lo ocurrido. Incluso su mujer desconocía toda la historia, y se quedó sorprendida por ese nuevo revuelo y por esos reconocimientos heroicos tardíos.
Yo creo que por eso Petrov hablaba con sinceridad en sus últimas entrevistas… con la sinceridad del que no tiene nada que perder… por eso no le daba importancia a su actitud, lo calificaba incluso de “contratiempo laboral”, asumía que parte de su decisión de no hacer nada estuvo provocada simple y llanamente por el miedo….
…. y también contaba como en estos nuevos tiempos habría apretado el botón rojo sin dudarlo… comentaba que el concepto de ataque ha cambiado… en aquellos primeros años 80 el concepto de guerra se basaba en un concepto de ataque masivo, por eso el desconfiaba de que 1 o 5 misiles lanzados se pudiera interpretar como un “ataque”… ahora, los ataques en guerra son mucho más objetivos y selectivos, y el lanzamiento de 1 o 5 misiles ahora hubiera sido considerado como normal.
Las investigaciones posteriores al incidente revelaron que las falsas alarmas fueron causadas por una extraña alineación del sol sobre las nubes de gran altitud y las órbitas de los satélites. Lo que se denominó como un raro efecto espejo. Los rayos del sol otoñal reflejaron en las nubes, llegaron hasta un satélite ruso, y este interpretó la señal térmica como el lanzamiento de un misil y lo asoció a la base norteamericana más cercana.
El error está corregido en los sistemas de seguridad más modernos.
En este caso, La decisión correcta, el hombre adecuado en la situación más extraña que pudiera pasar, hicieron que hoy podamos estar aquí hablando en este podcast….